domingo, 11 de abril de 2010

El Angel Lucifer, mas allá de la imagen instituida por el judeocristianismo y el satanismo mas infantil, representaría para mi el odio y la rabia que todos los seres humanos llevamos dentro pero no el odio cínico del demiurgo Yahvé, sino un odio equilibrado con melancolía y cognición.
La melancolía es un Don para los raros espíritus lánguidos que se han apartado de las ilusiones humanas y de la densidad poblacional y de las relaciones falsas que los unen; pero también dicho sentimiento se puede convertir un vicio repugnante que se ha apoderado de cientos de miles de personas.
El odio y la rabia por su parte son más vehementes pero también mucho más impuros que la melancolía y suelen emponzoñarse y degenerase fácilmente si no se tiene la fortaleza para controlarlos. Si el odio no se contamina con signos de locura o corroído con ideas de poder o dinero, podremos tirar a la basura todo el optimismo criminal y la alegría simplona con el. Con el equilibrio de odio y melancolía obtendremos la visión que permitirá otorgarle al fuego la gasolina que incendiara por completo a esta cárcel que llamamos sistema. Por la rabia y el rencor vivimos y con el nos hemos de quedar por siempre. Sabemos que la paz es la más grande mentira y que el odio es nuestra única salida.

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