martes, 22 de diciembre de 2009
“A veces la guerra es necesaria, y en cierta medida la guerra es una expresión de los sentimientos humanos”---Barack Obama, Presidente de los Estados Unidos y títere del cartel bancario y corporativo internacional.
Obama es un maestro en el arte del engaño y un manipulador por excelencia. Después de la mala reputación que el granjero texano, George W. Bush obtuvo debido a su excesivo cinismo, su autoritaria guerra en Irak y Afganistán por el robo de los energéticos, y su papel fundamental en la actual decadencia económica global, los poderes del mundo necesitaban legitimar su agenda frente a los ojos del ganado humano por lo que decidieron montar este teatro a través de este personaje grotesco. Las guerras por el control geopolítico y su inevitable saqueo de los recursos naturales seguirán moviendo el eje del mundo. Tras este cotidiano ecocidio y genocidio, este triste espectáculo de cráneos, cielos grises y tormentas de bombas y balas no se hallan más que los mezquinos intereses de líderes viles y repugnantes cuya única voluntad es saciar su perpetuo afán de lucro. Por otro lado están los indiferentes y pasivos subalternos que, con su rostro idiota y su cobarde actitud, además de su patético autoengaño a través de la resignación y la sumisión religiosa, no hacen sino protagonizar un espectáculo digno de lastima y merecedor del mas inmundo de los esclavos. La guerra es un claro modelo de la necedad y estupidez humana creada por sus tenebrosos y canallescos líderes y alcahuetada por sus cobardes lacayos. Todo este misarable espectáculo de guerras contra el terror, shows de la democracia, teatros de la justicia y los derechos humanos, progreso y desarrollo social; me hacen recordar cierto pasaje escrito por Mark Twain:"Nunca ha habido una guerra justa ni honorable, por parte del instigador de la misma (...). El público se opondrá, con cuidado y cautelosamente al principio; y la enorme masa obtusa de la nación se frotará los ojos somnolientos y tratará de entender por qué debe haber una guerra, y dirá con sinceridad e indignación, 'es injusta y deshonrosa, y no hay necesidad de ella'. Luego el puñado gritará con más fuerza. (...). Entonces los hombres de estado inventarán mentiras baratas, echándole la culpa a la nación atacada, y cada hombre se sentirá contento con esas falsedades que le calman la conciencia y las estudiará industriosamente y se negará a examinar nada que las refute. Y al poco rato, se convencera de que la guerra es justa y dará gracias por el sueño del que goza, después de este grotesco procedimiento de autoengaño."
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