viernes, 23 de octubre de 2009

Una reflexión sobre la volitiva necedad maternal.




Las mujeres embarazadas causan tanta repulsión como lo causaría una sabandija si se circunscribiera insolentemente frente a nuestros absortos ojos. Desde el momento de avistar su vientre deformado no se puede rastrear otro hedor que no sea el de cadáver. Sabemos en el fondo que esa mujer ha de escupir un muerto al mundo pero el asunto es que homenajeamos el acto de engendrar como si se tratase de un gran colofón obtenido y merecido por grandes personajes. Más allá de la imagen de indefensión que proyectan las falseadas mujeres preñadas se perfila el trasfondo del acto de procrear. Mientras las mujeres hacen gala de su bulto en el abdomen, como si fuese un trofeo del cual podrían estar orgullosas, habremos ciertos espíritus sensibles a toda envoltura mortuoria en la vida por lo que no tardaremos en percatarnos de la perfidia y villanía de dichas mujeres. Dichas madres no son más que opresoras paridoras de individuos que habrán de venir al mundo solo para sucumbir ante la muerte, que habrán de abrir los ojos solo para aprender a que algún día los cerraran de forma irreversible. El acto de nacer sin nuestro consentimiento es el primer suceso de tiranía al que debemos acostúmbranos como seres vivos, para después subyugarnos a toda una serie de gravámenes, imposiciones y porrazos que la vida y el mundo mismo nos entregaran como compensación por el simple hecho de seguir respirando. Al nacer lo único que se nos confiere es una conciencia que habrá de desenterrar un hallazgo estremecedor tarde o temprano: el absurdo de la vida, el vació de toda existencia, lo baldío de todo anhelo, lo efímero de la vida y lo perpetuo de la muerte. Las mujeres que desean ser madres van mas allá de la infamia de Hitler y en su monumental soberbia y egoísmo desean operar como Dios y tener a su antojo, al igual que el, un puñado de títeres precipitados a su merced dentro de un gran baúl oscuro al que habrán de acostumbrase a colisionar violentamente en su corta estadía escénica.

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