domingo, 30 de mayo de 2010



I
Camine por un camino familiar, rutinario. Dirección que tomaba por lo menos dos veces a la semana. Lugar hediondo, nebuloso, decadente. Era un lote baldío repleto de todo tipo de suciedades, no había ningún árbol, solo hierba, tierra seca y basura. Recuerdo cuando hacia un tiempo llegaron arrojar los cadáveres de hombres mutilados, amordazados y torturados. Era común encontrar perros amarrados asesinados y gallinas degolladas estaban por doquier, era pues tierra de la muerte.

Cierto día me acerque a ver el cadáver en descomposición de un gato y lo que halle, además de un fuerte olor, fue una Biblia mugrienta y un crucifijo. Tome un pedazo de madera, hice un hoyo y enterré la Biblia. Finalmente enterré el crucifijo en la tierra a forma de tumba. ¿Quien estaba muerto y enterrado? El mismo Dios. Lo mas extraño de todo es que en la pared, repleta de grafitis, había una proclama que decía: Jesús, señor, ten piedad de nosotros los pecadores. Aguárdanos tu reino eterno. Amen. Si tienes dificultades acércate el señor. El te auxiliara.

La gran ciudad es solo la sombra de la gran necrópolis de Occidente. Las ciudades son las criptas de la humanidad. Nuestras ciudades nos recuerdan el lugar de las ratas y construimos nuestro espacio convirtiéndolo en una gran alcantarilla.
El ambiente olía a podrido y comprendí el porque. En toda la decadencia se puede olfatear la descomposición y este olor, según un tal Nietzsche, provenía del cuerpo en descomposición del mismo Dios. Pero siendo más minuciosos nos daremos cuenta que en realidad esa peste proviene de la creación máxima de Dios: el ser humano.

II

El vínculo que poseo con los animales no humanos y otras formas de vida puras; y la animosidad que me provocan los “humanistas” me ha llevado a ser categorizado de distintas formas: misántropo, acomplejado, antisocial, anormal, bajo de autoestima, trastornado y demás conceptos tan “delicados”. La gran mayoría de los humanos me importa un comino. Se me ha llamado racista y etnocentrista al despreciar y repudiar la gastronomía china o coreana. Para mi los carnívoros son abominables bestias carroñeras, ¿Dónde esta tu supuesta superioridad de especie despreciable buitre?
Y como siempre estos primitivos carroñeros dirán: “Los depredadores han sido programados por la naturaleza para devorar carne ya otros seres vivos. Es el ciclo de la vida. Si no comes carne estas rechazando el ciclo de la naturaleza”.

Ahora estos homínidos se ponen a hablar de algo de lo que no tienen la mínima idea. Desde que el hombre se ha desunido con la naturaleza y ha tratado de dominarla y domesticarla lo único que ha ganado es la autodestrucción y el triunfo del cataclismo. Su uso del lenguaje lo ha llevado al autoengaño y a la más grande ilusión. Su vida diaria no es más que una estafa y justifica sus mentiras por comodidad.

III
Mira a este desquiciado hombre moderno y racional es un esclavo con grilletes de oro, feliz de agonizar en su jaula de cristal. Hay un cadáver viviente que balbucea palabras de humanismo y progreso. Es una silueta moribunda que se arrastra por los desechos que el mismo engendro.
El ser humano coloco la cuerda alrededor de su propio cuello, después de formársele una erección salto hacia la muerte, este masoquista se ha suicidado y por eso el mundo apesta ha cadáver.

miércoles, 12 de mayo de 2010

¡El ser humano constituye una mancha de ignominia en la naturaleza!



En el mundo hay un solo ser que dice mentiras: el hombre. Todos los demás son auténticos y sinceros, en la medida en que se dan a conocer por lo que son y actúan de acuerdo a lo que sienten. Una expresión emblemática, o quizás alegórica, de esa diferencia fundamental es que todos los animales se desplazan en su apariencia natural, y eso contribuye considerablemente a la impresión que produce al contemplarlo ( algo que por lo menos a mi, sobre todo cuando no están en cautiverio, me alegra profundamente el corazón); mientras que el hombre, debido a su vestimenta, se ha convertido en una caricatura, un monstruo cuyo espectáculo, ya desagradable por este mero hecho, se ve acentuado por la tez blanca que le es tan poco natural y por todas las secuelas de una alimentación contra natura a base de carne, así como por las bebidas alcohólicas, el tabaco, los excesos y las enfermedades. ¡El ser humano constituye una mancha de ignominia en la naturaleza!

lunes, 10 de mayo de 2010

Hoy, día de las madres.




“Las atenciones a las mujeres son, pues naturales, nos esforzamos en consolarlas de la miseria de su sexo, comúnmente nuestras leyes sirven para redoblarla, empezando por las leyes morales y religiosas, las mujeres parecen ser sus victimas, aun mas deplorables al hacerlas consentir en su condición. Durante siglos, las hemos obligado a la gravidez permanente y les inculcamos las ideas más inhumanas, y, ¿Qué cosa más atroz que nuestro ideal de fecundidad?
Degradamos a las mujeres a un nivel de instrumento impersonal y la forzamos a producir a aquellos a los que se inmola.”

“La menstruación, la preñez, el parto y la lactancia, no se puede glorificar semejantes servidumbres, son repugnantes y hacen temblar a muchos hombres, aunque estos escondan el horror que les provoca porque temen ser vistos como monstruos. Lo hombres enamorados fingen olvidarlas, los demás guardan silencio, es un tema que se elude y nos aflige a todos, los musulmanes aseveran que las mujeres se liberaran de ellas cuando estén junto a nosotros en el paraíso, o sea que son pocas las esperanzas de cura, los Judíos dan gracias a Dios todos los días por haberlos hecho varones.”

lunes, 3 de mayo de 2010

La alimentacion del esclavo refleja su abyeccion fundamental.


Pero es cuando se alimenta que el esclavo moderno ilustra mejor el estado de decadencia en que se encuentra. Disponiendo cada vez de menos tiempo para preparar la comida que ingiere, se ve reducido a consumir a la carrera lo que la industria agroquímica produce. Erra por los supermercados en busca de los ersatz que la sociedad de la falsa abundancia consiente en darle. Su elección no es más que una ilusión. La abundancia de los productos alimentarios no disimula sino su degradación y su falsificación. No son otra cosa que organismos genéticamente modificados, una mezcla de colorantes y conservantes, de pesticidas, de hormonas y de otros tantos inventos de la modernidad. El placer inmediato es la regla del modo de alimentación dominante, así como la de todas las formas de consumo. Y las consecuencias que ilustran esta manera de alimentarse se ven por todas partes.
Pero es frente a la indigencia de la mayoría que el hombre occidental se regocija de su posición y de su consumo frenético. Por tanto, la miseria está dondequiera que reine la sociedad mercantil totalitaria. La escasez es el revés de la moneda de la falsa abundancia. Aunque la producción agroquímica es suficiente para alimentar a la totalidad de la población, en un sistema que hace de la desigualdad un criterio de progreso, el hambre no deberá desaparecer jamás.
La otra consecuencia de la falsa abundancia alimentaria es la multiplicación de las fábricas de concentración y el exterminio bárbaro y a gran escala de las especies que sirven para alimentar a los esclavos. Esta es la esencia misma del modo de producción dominante. La vida y la humanidad no resistiran más ante el afán de lucro de unos cuantos.